miércoles, 27 de julio de 2011

Por qué somos Revolucionarios.

Por empezar, es de fundamental importancia conocer el sentido correcto del significado de las palabras.

Esto no es algo menor, ya que es el lenguaje el vehículo que permite al hombre desarrollar su intelecto mediante el aprendizaje, el estudio y el método.

Si el hombre fuese incapaz de designar a las cosas en un sentido claro y determinado, le sería imposible ordenar su pensamiento y, por ende, su cerebro no sería más que un órgano prácticamente inútil dentro de su cráneo.

De hecho, la inteligencia y el lenguaje van de la mano, lo que la leña es al fuego son el uno para el otro.

Es por esto que cuando más rica es una Cultura tanto más rico es su lenguaje; y nuestro lenguaje tiene su origen en las dos más importantes Culturas de la antigüedad, a saber: las de Grecia y Roma.

Pues bien; la palabra “Revolución”, totalmente ajena al erróneo significado que el analfabetismo ideológico que liberales, marxistas y reaccionarios pretenden darle, proviene del latín “revolutĭo, -ōnis” que significa re-volver, y esto es: no en el sentido de una ida hacia atrás, sino como consumación de un ciclo; es decir: es un avance y no un retroceso.

Esto resulta incomprensible para la estrechez mental del idealismo filosófico y abstracto que padecen liberales, marxistas y reaccionarios, ya que todos ellos conciben la historia de forma lineal hacia un idílico fin, sea este mundano (“progreso”) o religioso (“redención”).

Sin embargo, no pensaban así los antiguos, quienes son justamente los padres de esta palabra; ya que ellos, lejos de concebir la historia de forma lineal, con mucho más criterio la concebían de manera cíclica, donde son dos Cosmovisiones las que se alternan como resultado del desarrollo histórico de Culturas y Civilizaciones, las cuales son: la Cosmovisión Natural Comunitaria y la decadente Cosmovisión antinatural individualista.

Es por esto que la palabra Revolución nace con el fin de designar el proceso de renacimiento o re-vuelta al Orden Natural alterado por la subversión del accionar del hombre en su declive; y es esto lo que lleva a decir al Profesor Jaime María de Mahieu: “lejos de ser causa de perturbación, el proceso revolucionario marca el final de una crisis que resuelve” y, también, “gracias a la Revolución la Comunidad reencuentra su armonía y su fidelidad a sí misma mediante una aceptación repentina de su ser hasta entonces mal conocido” (ver su “Diccionario de Ciencia Política”)

Otro error recurrente es considerar a la Revolución como un proceso necesariamente violento; esto no es siempre así, de hecho, toda Revolución verdadera se da por necesidad histórica, y su transcurso comienza mucho antes del momento definitorio de quiebre que la Revolución marca. Lo que sucede es que se ha mal llamado “revolución” a movimientos que nada tenían de auténticamente revolucionarios; este es el caso de las mal llamadas “revolución” francesa y “revolución” de octubre; ninguna de las dos fueron autenticas revoluciones sino asaltos violentos al Estado, dirigidos por grupos minoritarios que apuntaron a hacerse del poder para propio beneficio; en el caso francés dicho asalto respondió a los intereses de la burguesía en tanto el caso ruso respondió a los intereses de la dirigencia de un partido que ocuparía luego en la URSS el mismo lugar que la burguesía ocupó en Francia tras 1789; ambos invocaron al pueblo cuando en realidad actuaban por el interés sectario de grupos que devendrían oligárquicos mediante el terror y la muerte.

La verdadera Revolución radica en la restitución del Estado en su función Natural Comunitaria. Es decir, un Estado que sea la viva manifestación activa del Pueblo mediante la Comunidad Organizada, la cual se da por la unidad de la Nación mediante la unión de los estamentos que la componen. Es esta la única forma de Democracia real, ya que si Democracia significa “gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo” no puede darse de otra manera que no sea por la participación política directa de los ciudadanos desde la actividad productiva que desarrollan en la Comunidad, mediante la elección de los mejores entre sus pares en un natural orden jerárquico basado en el mérito. Para esto es necesario recuperar los valores culturales y morales que como tales corresponden a la naturaleza verdadera del hombre, y que hoy han sido fuertemente diezmados por la contracultura progre que con métodos gramscianos allana el terreno al más salvaje dominio burgués capitalista mediante la idiotización masiva que reduce al hombre a la estulticia y la esclavitud.

Recuperar los valores eternos que son inmanentes al Orden Natural de las cosas, es una guerra que nosotros estamos librando, y dicha guerra es auténticamente revolucionaria; pero es una guerra cultural, que no se gana con violencia, ya que no es imponiendo ni obligando que se ganan los corazones del Pueblo, sino esclareciéndolo y haciéndolo tomar consciencia de su propio potencial. El despertar del Pueblo realizará por si mismo la Revolución, ya que nuestra arma es la verdad de los hechos en tanto la del enemigo es la mentira y el engaño… por eso estamos destinados a la victoria.

Esto no significa que seamos pacifistas ni andemos por la vida poniendo la otra mejilla.

Pero no somos ingenuos ni comemos vidrio, muchos de nosotros venimos de años de militancia y conocemos muy bien los juegos sucios del enemigo; ningún nacionalista verdadero debe fiarse de ignotos que aparecen de la nada y vienen a hablarnos de violencia, deben saber los camaradas que dichos personajes responden a los intereses del sistema… o porque son agentes o porque son peligrosamente tontos.

No hay Revolución verdadera que no salga del Pueblo y por voluntad del Pueblo… es el Pueblo la Nación, y ningún nacionalista verdadero puede separar uno de otro… tampoco ninguna Revolución es verdadera si no está enmarcada en el tercerposicionismo, nuestra lucha es contra el sistema, y en ese sistema es que entran las izquierdas y las derechas, instrumentos decimonónicos del Estado liberal burgués.

Por otra parte, los que utilizan el termino “contrarrevolucionario” para definir su postura no hacen mas que el juego a los falsos conceptos del sistema, además se posicionan solos en un lugar de supina necedad, en todo afín al reconstruccionismo social e historiográfico de los enemigos del Orden Natural… todo “contra” es alguien que no tiene nada que proponer, es la pura negación, y la negación no construye nada, solo destruye (en esto análogos al marxismo). Con solo escucharlos basta para caer en la cuenta de hasta qué punto el ser humano puede caer reducido en el onanismo mental… discúlpeme el lector, pero no puedo definir de otra manera a quienes pretenden retrotraer la historia a la “querella de las investiduras”, de mil años atrás, al anteponer la bandera vaticana a la bandera argentina… de hecho, este aberrante orden de prioridades contradice las palabras de Cristo, quien claramente afirmó “mi Reino no es de este mundo” y “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

En fin de cuentas, históricamente los reaccionarios nunca han servido de nada salvo en ser funcionales al enemigo que irónicamente creen (o dicen) combatir… además son hipócritas, se llenan la boca con el nombre de Cristo y en nada responden a los mandamientos del Nazareno. Son los fariseos que Jesús condenaba, esos farsantes que haciendo gala de una sobreactuada observancia religiosa en los hechos no aplicaban ninguna de las leyes de Dios. Son los mismos que hablan de los pobres y fruncen la nariz cuando tienen un pobre cerca de sí. Los que hablan de Corporativismo y Doctrina Social de la Iglesia pero hacen golpes sangrientos contra el Pueblo cuando dicha Doctrina se aplica. Son los recluidos en covachas donde la injustificada arrogancia ahoga la humildad cristiana. Son los que contrarían el mandamiento bíblico que dice “ganaras el pan con el sudor de tu frente” al defender los intereses de las oligarquías que viven del sudor de las frentes de los explotados o de rentas que producen sus infamantes latifundios. Son los que bombardearon al Pueblo en Plaza de Mayo, matando niños humildes, vestidos de guardapolvo, y mujeres y hombres que iban a trabajar. Son los que prefieren se tire migajas a los que nada tienen mediante la humillante limosna, a que se los dignifique en el trabajo y la inclusión en políticas de Estado, lo cual es verdadera Justicia Social. Son los que festejaron el cáncer, los que entregaron la Patria, los descerebrados que se dejaban acicatear por el mismísimo Churchill, masón y ferviente enemigo del catolicismo, cuando con diabólico cinismo acusó a Perón de quemar la Bandera argentina y las Iglesias, siendo la realidad que era la masonería local la que realizaba dichas aberraciones.


Por todo esto, nosotros, militantes y activistas del M.N.R.:

Somos Revolucionarios porque luchamos por una Nueva Argentina, socialmente Justa, económicamente Libre, políticamente Soberana.

Somos Revolucionarios porque luchamos por el Estado Comunitario y la Comunidad Organizada.

Somos Revolucionarios porque interpretamos la lucha de este tiempo, que no es otra que la inclusión de las masas populares al Estado.

Somos Revolucionarios porque acabaremos con el régimen oligárquico que parasita al Pueblo.

Somos Revolucionarios porque nacionalizaremos y socializaremos la banca y la emisión crediticia.

Nuestra Revolución no es clasista, nuestra Revolución no divide, ¡nuestra Revolución une!.

Nuestra Revolución ambiciona que sea la riqueza el fruto del trabajo, y no de la especulación, ni de la renta improductiva, ni de la explotación del trabajo de otros en cualquiera de sus formas.

Nuestra Revolución garantizará la salud y la educación a todos sus habitantes.

Nuestra Revolución garantizará los derechos de las minorías, pero bajo ningún punto permitirá que haya minorías privilegiadas por sobre el resto de la Comunidad Nacional.

Nuestra Revolución tiene como base y objeto el trabajo, sea este manual, técnico o intelectual, en todas sus manifestaciones.

Nuestra Revolución garantizará el derecho al trabajo digno y bien remunerado.

Nuestra Revolución hará realidad la máxima que afirma que “todo ciudadano debe producir por lo menos lo que consume”, el trabajo además de un derecho garantizado será también un deber que todo ciudadano sin impedimentos deberá cumplir para el engrandecimiento de la Nación.

Nuestra Revolución garantizará la propiedad del fruto del trabajo y el ahorro personal.

Nuestra Revolución garantizará que todo argentino pueda acceder a la propiedad de una vivienda digna y espaciosa.

Nuestra Revolución apuntará a la sana constitución del Pueblo, tanto en lo físico, lo moral y lo espiritual.

Nuestra Revolución no reconocerá otros privilegios que los concedidos a la niñez.

Nuestra Revolución garantizará una justa retribución a los jubilados y dará amparo a los ancianos.

Nuestra Revolución apunta a la sana convivencia entre los intereses individuales y los intereses de la Comunidad, enmarcada en la máxima que afirma: “nadie se realiza en una Comunidad que no se realiza”.

Nuestra Revolución no permitirá que nada haya por sobre el Estado, el cual contendrá a todos los habitantes de la Nación y velará por sus intereses.

Nuestra Revolución desarrollará el país en todos sus ámbitos, poniéndola entre las naciones de vanguardia en industria, tecnología y producción en general.

Nuestra Revolución apunta a expandir al máximo la clase media, a eliminar la pobreza y la marginalidad.

Nuestra Revolución recuperará la Cultura y garantizará la seguridad y el orden.

Nuestra Revolución hará especial hincapié en la preservación del medio ambiente y el ecosistema natural.

Nuestra Revolución hará de Argentina una Potencia, hará que la Patria se levante altiva y orgullosa, transformará al país en un faro para el continente y el mundo.

¡Por todo esto somos revolucionarios!


¡VIVA LA NUEVA ARGENTINA!

¡VIVA EL NACIONALISMO REVOLUCIONARIO!


Bruno Capasso – Movimiento Nacional Revolucionario






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